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LIMPIEZA VITAL: ¿virus o terreno biológico?

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LIMPIEZA VITAL: ¿virus o terreno biológico?. Por el profesor D. Felipe Hernández. 

“Nosotros no contraemos enfermedades, nosotros las construimos” (Antoine Béchamp)

Virus o Terreno Biológico ¿Qué es más importante?: BÉCHAMP VS PASTEUR

Goethe afirmó que “en las ciencias, las personas rápidamente llegan a considerar como su propiedad personal lo que ellos aprendieron y, a su vez, enseñan en las universidades y academias. Si alguien presenta una nueva idea que contradice dicho Credo y, de hecho, incluso amenaza con volcarlo, entonces todas las pasiones se levantan contra esta amenaza y ningún método es excluido para poder suprimirlo. La gente (yo añado: especialmente cuando se es parte de una institución consagrada) se resiste de todas las maneras posibles, fingiendo no oír y hablando despectivamente de ello, como si ni siquiera valiera la pena el esfuerzo de verificar su interés. Y así, una nueva verdad puede tener una larga espera antes de ser finalmente aceptada”

Larga, muy larga, diría yo, está siendo la espera para que el colectivo científico-medico reconozca que el postulado de Luis Pasteur sobre que la enfermedad viene del exterior, es, cuando menos, incompleto, y, muy probablemente, equivocado. Antes de que me tildes, concentrado lector, de presuntuoso por hacer esta afirmación de quien sigue estando en el “Olimpo de los dioses de la medicina”, necesitamos hacer un poco de historia…

La medicina tradicional occidental enseña y practica las doctrinas del químico francés Louis Pasteur (1822-1895). La teoría principal de Pasteur se conoce como la teoría germinal de la enfermedad, que afirma que especies fijas de microbios de una fuente externa invaden el cuerpo y son la primera causa de enfermedad infecciosa. El concepto de bacterias específicas e invariables, causando enfermedades específicas, llegó a ser aceptado oficialmente como la base de la medicina moderna y de la microbiología, a finales del siglo XIX en Europa. Esta teoría fue adoptada con gran júbilo por el complejo médico-industrial de Estados Unidos, que comenzó a tomar forma cerca del cambio de siglo, para finalmente, tal relación “incestuosa” organizarse en torno a la American Medical Asociación, como demuestra claramente la historia.

Por otro lado, el Profesor Pierre Jacques Antoine Béchamp (1816-1908), biólogo, físico y médico, docente de la Escuela de Farmacia de la Facultad de Estrasburgo, después profesor de Química Médica y Farmacia de la Universidad de Montpellier y miembro de diversas sociedades científicas, presentó a mediados del siglo XIX su teoría celular (polimorfismo) por la que las enfermedades vuelven patógenos a los microbios. De hecho, Béchamp descubrió los microbios antes que Pasteur, pero al mismo tiempo desveló algo que no era tan interesante “comercialmente hablando”, y es que ciertos organismos microbianos sufren modificaciones dentro de los tejidos, dependiendo de cual sea el estado de su “hospedador”. Béchamp explicó que los microorganismos se trasforman, bien en patógenos, o bien en simbiontes que conviven con nosotros sin causarnos daño, en función del terreno o estado de salud del individuo.

Esta idea no le resultaba descabellada a otro gran científico, contemporáneo de Pasteur y de Béchamp, el reconocido Claude Bernard (1813-1878), biólogo, médico y fisiólogo, también francés. Fundador de la Sociedad Francesa de Biología, miembro de la Academia de Ciencias y Catedrático de Fisiología de la Facultad de Ciencias de París. Fueron conocidos sus debates con Pasteur sobre el origen de la enfermedad, afirmando, en clara oposición a Pasteur, que “el terreno lo es todo, el germen no es nada”. Otro contemporáneo, en este caso alemán, Rudolf Ludwig Karl Virchow (1821-1902), considerado el “padre de la patología moderna” y pionero del concepto de “teoría celular” (las enfermedades surgen por una disfunción celular primaria), afirmó que “Si pudiera vivir mi vida de nuevo, me dedicaría a demostrar que los gérmenes buscan su hábitat natural- los tejidos enfermos- en vez de ser la causa de la muerte del tejido. En otras palabras, los mosquitos buscan el agua estancada, pero no hacen que la piscina se convierta en un estanque.”

Un terreno biológico sano o enfermo está determinado principalmente por cuatro cosas: su equilibrio ácido/alcalino (pH); su carga eléctrica/magnética (negativa o positiva); su nivel de envenenamiento (toxicidad); y su estado nutricional. Un síntoma crítico del terreno enfermo es tener bajo el oxígeno a nivel celular (no olvidemos que una célula sana es una célula aerobia y una célula tumoral es, fundamentalmente, anaerobia). Otro es el estancamiento en los fluidos corporales coloidales entre células. También la pérdida de carga eléctrica en la superficie de los glóbulos rojos.

Béchamp sostenía que los microorganismos podían desarrollarse a través de varias formas dentro de su ciclo de vida y que todos los microorganismos participan de esta propiedad. Para él la presencia de gérmenes no constituye la presencia de la enfermedad. Las bacterias actuarían como “carroñeros” de la naturaleza, eliminando tejido muerto y proliferando en los focos de tejido enfermo, sobreviviendo de los desechos metabólicos no eliminados correctamente. Es decir, tal como las moscas, los gusanos o las ratas no son el origen de la basura, sino que se alimentan de ella, igualmente la proliferación de patógenos, o diría Béchamp “la trasformación de endobiontes a su forma patógena se produce al adaptarse a los cambios del terreno, volviéndose patógenos si este está enfermo”.

Louis Pasteur ha sido considerado por la historia oficial como el “gran benefactor de la humanidad”. Pero en su tiempo también existieron otros científicos de tanto o más prestigio que el propio Pasteur que simultáneamente buscaron otras direcciones menos reduccionistas, como Béchamp, Bernard y otros. Lo que muchos no saben es que Pasteur desarrolló la teoría del monomorfismo en base a los trabajos previos de Bechamp, pero tergiversándolos a su conveniencia. Desde los primeros años del siglo XX varios autores han dado testimonio de este hecho, como Nancy Appleton en “Lifting the Curse of Louis Pasteur”, o Ethel Douglas Hume  que escribió “Pasteur Exposed: The False Foundations of Modern Medicine

Debemos reconocer que Pasteur proporcionó a la medicina moderna una interesante lista de teorías infecciosas e inmunitarias, ya que además de su teoría germinal de la enfermedad,  reveló el misterio de la fermentación, echando por tierra la teoría de la generación espontánea, resolvió el enigma de la enfermedad de los gusanos de seda, de forma “casual” descubrió el interés de inocular patógenos debilitados para crear una mejor defensa antes los mismos (vacunas) y más cosas…, que se toparon en el momento y en el lugar oportuno con la llegada del “filántropo” Rockefeller que fue el espaldarazo definitivo para potenciar y expandir el conocimiento pasteuriano por todo el planeta. El fue uno de los “padres” del modelo médico-biológico corporativo que ha llegado hasta nuestros días.

La mayoría de la gente desconoce que el propio Pasteur murió reconociendo que la Teoría del Terreno, de su amigo, y al tiempo adversario, Bernard, era mucho más creíble que la suya propia. La historia nos recuerda que en su lecho de muerte, Pasteur afirmo: “Bernard avait raison. Le germe n’est rien, le terrain qui est tout“ (“Bernard tenía razón. El germen no es nada, el terreno lo es todo “).

Es verdad, estimado lector, que no podemos obviar las excepciones, y es cierto que pueden existir microorganismos patógenos que en función de su virulencia y de su elevada presencia puedan provocar una patología, pero bien pudiera ser esto una excepción, cuando el Terreno Biológico está equilibrado, funcionando correctamente, manteniendo una buena homeostasis.

Igualmente es difícil que alguien se atreva a negar que un organismo frágil, desde el punto de vista inmunitario u orgánico en general, es más vulnerable a la enfermedad. Cuando los procesos de biotransformación de tóxicos y toxinas, por parte del hígado, no funcionan correctamente, o cuando el ecosistema intestinal está crónicamente desequilibrado y el proceso de desintoxicación es defectuoso, la presencia de patógenos, antes o después será una consecuencia. Tal como cuando observamos un incendio siempre vemos bomberos alrededor, pero no les culpamos del incendio, sino que entendemos que están allí ante un llamado, igualmente Béchamp consideraba que la presencia de microorganismos trasformados en un tejido enfermo puede ser una manera de intentar degradar los tejidos enfermos y recuperar el equilibrio. Muchos “ortodoxos” se llevarán las manos a la cabeza ante tal afirmación, pero la realidad es esta: después de un siglo de usar y abusar de la utilización de antibióticos, las bacterias y los virus continúan su camino de resistencia, cada vez más ingente. Los laboratorios están empezando a perder el interés en investigar en antibióticos, porque se ven avocados a tener que cambiarlos constantemente, en la medida que los microorganismos se vuelven hiperresistentes, y esto deja de ser rentable (*). Es más, algunos investigadores sospechan que varios de los virus más letales que han aparecido en el pasado siglo XX han sido creaciones de laboratorio de los propios humanos. No hay duda de que ese concepto de que “la enfermedad viene de fuera” es extremadamente rentable, es “la semilla del imperio farmacéutico”; y para nuestra conciencia, tranquilizador, porque eso de tomar nosotros las “riendas” para mantener un Terreno Biológico saludable requiere acción, una acción global, nada reduccionista, que fomente el EQUILIBRIO fisiológico, metabólico y psicoemocional.

Para los lectores que quieran profundizar en el extraordinario trabajo de Béchamp, les recomiendo su obra: Les Microzymas, éd. J.B. Baillière et fils (Paris), 1883 (réédition par le Centre international d’études A. Béchamp, 1990)

(*) Titular: Cuando los antibióticos ya no son negocio. Las bacterias se hacen cada vez más resistentes, pero los laboratorios están desistiendo de investigar. El pasado 11 de julio (2018), el líder suizo del sector farmacéutico, Novartis, anunciaba el cierre de su laboratorio de investigación para el desarrollo de nuevos medicamentos antibacterianos, situado en Emeryville, cerca de San Francisco, en California. «Hemos decidido concentrar nuestros recursos en sectores en los que estamos mejor posicionados para desarrollar productos innovadores», afirma la multinacional de Basilea en un comunicado. No hace mucho, el nuevo consejero delegado de Novartis, Vas Narasimhan, declaraba que quería concentrar los esfuerzos del grupo en la terapia genética para los tratamientos anticancerígenos, en las neurociencias y en la oftalmología. James Hynard, director de estrategia de la ONG británica Well¬come Trust, resumía en un tuit la consternación del sector: «Mala noticia. Novartis se ha unido al éxodo general, y lo ha hecho en un momento en el que necesitamos desesperadamente nuevos tratamientos adecuados para la lucha contra las infecciones resistentes». Y tiene razón. De aquí a 2050, el número de muertes anuales por bacterias resistentes a los antibióticos puede pasar de 700.000 a 10 millones, según la Organización Mundial de la Salud.                  https://elpais.com/economia/2018/08/10/actualidad/1533896536_542722.html?id_externo_rsoc=FB_CM

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