El verano, la piel, el sol y la Vitamina D.
El verano, la piel, el sol y la Vitamina D. El sol es un aliado de nuestra salud, pero no es un verdadero amigo.
Hay que utilizar sus beneficios con cautela y tener en cuenta las temperaturas estivales que aumentan y amenazan la salud de los más frágiles.
La exposición al sol (y más precisamente a los rayos UVB) permite sintetizar la vitamina D, una vitamina y una hormona imprescindibles para la salud de nuestro esqueleto y nuestro sistema inmunitario.
Algunos profesionales de la salud deploran la nocividad de las cremas solares y su papel de pantalla, que impide la síntesis de vitamina D.
No es fácil adoptar una buena estrategia, porque también hay que tener en cuenta la calidad de la piel (clara u oscura), la edad, los tratamientos médicos y el riesgo de cáncer de piel. Por norma general, una buena exposición consiste en tomar el sol todos los días en verano, entre las 11 y las 15 horas, que es el periodo en nuestras latitudes en el que hay más UVB (Ultravioletas causantes del bronceado y las quemaduras de piel) frente a los UVA (Ultravioletas de menor intensidad pero de penetración más profunda, pueden causar envejecimiento de la piel), que permiten sintetizar la vitamina D. Para ello, es recomendable exponer la piel al sol durante 10-15 minutos al día con el 25% del cuerpo expuesto (más tiempo para pieles oscuras) para sintetizar suficiente vitamina D y proteger el tiempo de descanso utilizando ropa y cremas solares (orgánicas si posible).
Si la piel se enrojece o comienza a quemarse, con o sin protector solar, cúbrase o vístase. Las personas de piel muy frágil y los niños pequeños solo se expondrán a primera hora de la mañana o por la tarde a partir de las 16 h.